miércoles, 26 de diciembre de 2018

Los riesgos de la desigualdad económica extrema



La desigualdad económica es un tema que se remonta al menos a las primeras sociedades agrarias hace 10 mil años atrás, y que ha impregnado el pensamiento religioso, político y social. Sin embargo se ha constituido en un tema de alarmante actualidad y la revista Scientific American le dedica 23 de sus 70 páginas del número de Noviembre de 2018, en una serie de artículos encabezados por J.R Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 (U. Columbia) (https://www.scientificamerican.com/article/the-science-of-inequality/). Varios motivos justifican ese interés. En primer lugar que los EEUU, primera economía del mundo, se ha convertido en la sociedad más desigual entre los países desarrollados y que el problema se agrava en lugar de moderarse. Desde luego, la desigualdad no se asocia necesariamente al desarrollo y muchos países sub desarrollados la exhiben en alto grado. El problema radica en que se esperaba que el desarrollo económico contribuiría a moderarla, pero ha ocurrido lo contrario. En parte ello se atribuye al cambio de la economía industrial por una de servicios, en la que existe una amplia disparidad de ingresos entre las “estrellas” (del espectáculo, el futbol, de las finanzas, etc) y la gente común. Por otra parte, la dispersión de los trabajadores dificulta su capacidad de negociación, lo que se une a su rápido reemplazo por robots que realizan el trabajo físico e intelectual (software) que antes efectuaban seres humanos (engrosando las filas de “los que sobran”). Así, en los EEUU, modelo de economía libre, se ha acumulado una masa de un 50% de la población que es incapaz de enfrentar la menor emergencia sin caer en la pobreza extrema, mientras crece en su interior todo tipo de enfermedades, adicciones y desorden social.  Aunque la productividad de los trabajadores se ha duplicado desde 1980, los salarios han disminuido a niveles de 60 años atrás, pasando las ganancias a una elite de ejecutivos superiores y a los accionistas, lo que ha incrementado exponencialmente el número de millonarios.
En otro artículo, el Prof R.M.Sapolsky (Ciencias Biológicas, U. Stanford) expone los daños físicos y mentales que afectan a los sectores empobrecidos, los que son terreno fértil para el desarrollo de epidemias que representan un riesgo para ellos y para el conjunto de la población. Más allá de los daños a los individuos y a la reducción de su esperanza de vida, las amenazas llegan hasta su mecanismo genético, al afectar el  sistema de protección de sus cromosomas , debilitado  por stress severo. En términos ambientales y de biodiversidad, J.K Boyce (U. Massachusetts, Amherst) hace ver las consecuencias agravantes de las cargas de contaminantes, ligadas a la desigual ubicación de las industrias químicas y de la energía, así como de los depósitos de residuos peligrosos, la que afecta a los sectores más empobrecidos y por lo tanto más débiles. Las consecuencias de esta pobreza creciente alcanzan también a la supervivencia de otras especies biológicas, debido a la relación existente entre la pobreza y la destrucción de la biodiversidad. A nivel mundial, este efecto se enlaza con el del crecimiento poblacional descontrolado, socavando las ya escasas posibilidades de detener el cambio climático global, el que a su vez contribuye cada día más  a agravar las situaciones descritas.

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