miércoles, 15 de octubre de 2014

LA CUMBRE DEL CAMBIO CLIMÁTICO Y LOS GLACIARES



A fines de Septiembre se realizó en Nueva York  una nueva Cumbre del Cambio Climático. Participaron especialistas como N.Stern, experto en sus aspectos económicos, varios ganadores del premio Nobel, figuras políticas, directivos del Banco Mundial etc., así como el actor L diCaprio, cuyo discurso atrajo la atención de los medios  de prensa. Se calcula que unas 300 mil personas participaron en manifestaciones relacionadas con este evento.  Sin embargo, las noticias siguen siendo malas. En 2013, en lugar de disminuir (al menos en su ritmo de crecimiento), las emisiones de gases invernadero presentaron la mayor tasa de aumento de los últimos 30 años. Actualmente, las ciudades aportan un 70% de sus emisiones globales y las actividades agropecuarias un 25%. Puesto que la demanda por combustibles fósiles baratos tiene alta importancia política, muchos países (en especial los productores de petróleo como Venezuela) destinan unos 540 mil millones de dólares anuales a subsidiarla, impulsando indirectamente las emisiones (TheEconomist, 20/09/2014). Por otra parte, el incremento en la demanda de energía , acompañado del rechazo a la energía nuclear y a la hidroeléctrica en algunos países, ha llevado a la proliferación de centrales termoeléctricas a carbón, las más perjudiciales en términos de emisiones de CO2 y cuyos daños a la salud por el efecto de otros contaminantes superan los de cualquier enfermedad infecciosa.
 
La perspectiva actual es que las 50 mil millones de toneladas de CO2 emitidas actualmente subirán a 68 mil millones en 2030 (en lugar de no exceder de 42 mil millones, umbral  estimado para no sobrepasar un calentamiento global de 2º centígrados). Si algo se pudiera hacer al respecto, es mejorar los sistemas de transporte de las grandes ciudades, aunque la cercana experiencia de nuestra Capital ofrece pocas esperanzas en ese sentido. Cuando  en estos mismos días se procura impulsar en Chile la protección legal de los glaciares, las noticias respecto a las emisiones de gases invernadero les ofrecen pocas esperanzas de sobrevida. Al respecto, es verdad que poco cuentan nuestras emisiones en el conjunto mundial, pero en la medida que no sigamos instalando centrales termoeléctricas a carbón, al menos tendremos un mayor derecho moral a protestar frente a su peligrosa proliferación.