domingo, 20 de junio de 2010

RECURSOS, POLÍTICA Y AMBIENTE

Dos noticias recientes, una de ellas en pleno desarrollo, se relacionan entre sí por la confluencia de factores que implican: el derrame de hidrocarburos de British Petroleum (B.P.) en el Golfo de México y la noticia del hallazgo de un gran yacimiento de cobre y de importantes pero menos precisos recursos de litio en Afganistán. En ambos casos, el tema toca directamente a las políticas del gobierno del presidente Obama, aunque por motivos muy diferentes.
Respecto a la primera, ella se relaciona con la necesidad creciente de extraer petróleo de lugares que implican condiciones cada vez más difíciles y arriesgadas, puesto que el petróleo “fácil” se está terminando (S. Mugeri, Sci. Amer., Oct. 2009, pp36-43). Ello conlleva riesgos económicos, políticos y ambientales crecientes, y en algunos casos, como la extracción de arenas alquitranadas de Alberta, Canadá, la destrucción efectiva de extensas áreas silvestres. Aunque el gobierno de Obama se ha comprometido a promover una creciente independencia energética basada en el desarrollo de energías limpias renovables, se trata de un propósito difícil de cumplir, de modo que al mismo tiempo ha favorecido la extracción de petróleo desde la plataforma marina. En consecuencia, el voluminoso derrame iniciado el 20 de Abril y que continúa al redactar estas líneas (20 de Junio), lo afecta directamente. En sólo los 15 días iniciales la mancha de petróleo alcanzó más de 5 mil km2 , afectando el litoral de Louisiana y amenazando los de Mississippi y Alabama. Al efecto sobre la flora y fauna silvestre, se agregó el daño a la industria del camarón, de gran importancia en esos estados. Aunque la presión del gobierno de EEUU obligó a B.P. a establecer un fondo de compensación de 20 mil millones de dólares, la opinión pública y el Congreso de ese país pondrán serios obstáculos a la continuación de las perforaciones en esa plataforma marina.
El accidente responsable del derrame se inició con una explosión de la plataforma petrolera flotante, que costó la vida de 17 personas. El sondaje, realizado desde la superficie del mar de 1500 m de profundidad, había alcanzado horizontes productivos situados a 5500 m bajo el fondo marino. Aunque el accidente fue agravado por la mala fortuna, parece haber existido también una supervisión defectuosa. Por otra parte, la plataforma no disponía de un mecanismo acústico de seguridad que pudo haber detenido la fuga. La razón: aunque ese mecanismo es obligatorio en países como Brasil y Noruega, no lo es en EEUU (Time, Mayo 2010, pp. 32-39). Naturalmente, ese antecedente no favorece la posición de B.P. ni del gobierno americano.
El derrame de B.P. ha mostrado que, pese a las seguridades ofrecidas, la extracción de petróleo de la plataforma continental sigue siendo riesgosa, y que el ambiente marino y costero deberá probablemente soportar situaciones similares en distintos lugares del mundo. En tanto, aunque la propaganda de las empresas petroleras es insistente respecto a su empeño en desarrollar fuentes de energía limpias y renovables, la realidad es que seguiremos por mucho tiempo aun dependiendo de los combustibles fósiles. Paralelamente, el problema del efecto invernadero y del cambio climático seguirá agravándose, aunque la propaganda nos informe sobre iniciativas como la captura de anhídrido carbónico, los bonos de carbono y la medida de su “huella”, todas ellas bien intencionadas, pero de escaso efecto frente a los “datos duros” de las emisiones crecientes de CO2.
La segunda noticia concierne al supuesto descubrimiento de un gigantesco depósito de cobre: Aynak, cerca de Kabul, así como de importantes recursos de litio en Afganistán. Ambos recursos se relacionan directamente con los compromisos de Obama respecto a favorecer las energías limpias renovables: el cobre juega un rol esencial en la conducción y uso de la electricidad, y el litio en su acumulación en baterías de alto rendimiento. Por otra parte, parecen entregar motivos adicionales para la prosecución de la guerra en ese país hasta alcanzar un resultado favorable, a lo cual también se comprometió el presidente Obama.
El compromiso de EEUU con Afganistán se inició de modo similar al de Vietnam: fue la “adquisición” de una guerra en la que no tenían participación previa. En Vietnam se trató de la rebelión contra Francia como potencia colonial, a la cual reemplazó EEUU cuando ese país fue derrotado. En Afganistán la rebelión era contra la Unión Soviética y los EEUU actuaron apoyándola contra la potencia rival. Sin embargo, los mismos rebeldes ayudados por los americanos se convirtieron después en el núcleo del terrorismo que los golpeó en Septiembre del 2001 y que constituye hoy su mayor preocupación internacional. Desde luego esa intervención no fue ni podía ser un “buen negocio”. En las palabras de T. Weiner (2007) ganador de un premio Pulitzer, el haber adquirido ese conflicto fue un sinsentido: “¿Por qué alguien en su sano juicio habría de invadir Afganistán, que durante dos mil años había sido tumba de todos sus conquistadores?” Por otra parte, Afganistán es un país básicamente tribal, lo que indirectamente asegura gobiernos débiles y corruptos. Eso, aparte del hecho de ser el mayor productor y exportador de opio del mundo, substancia base de la economía nacional.
La noticia de los descubrimientos insinúa que ellos podrían cambiar la economía de Afganistán, aparte de contribuir al esfuerzo de guerra. Sin embargo, todo no pasa de una media verdad. La realidad es que el yacimiento de cobre, Avnik, si bien es efectivamente de clase mundial (unos 10 mil millones de toneladas de mena, de ley 2-3% de cobre, según el servicio geológico afgano), se conoce desde hace varias décadas y fue estudiado y evaluado por geólogos soviéticos ya en 1974. En consecuencia, no se trata propiamente de una “noticia”. A ello hay que agregar que Afganistán es un país mediterráneo, y que el depósito se encuentra a más de mil km al norte de la costa más cercana, situada en el sur de Paquistán. Es difícil entonces que en las condiciones de guerra de Afganistán y la extensión de ese conflicto a Paquistán, el yacimiento llegue a explotarse en un futuro previsible. En consecuencia la noticia no pasa de tener interés propagandístico.
Sin embargo, son interesantes las similitudes geológicas y paisajísticas entre Afganistán y Chile, las que incluyen no sólo recursos como el cobre y el litio, sino también el lapizlázuli, que sólo existe en cantidades y calidades adecuadas en ambos países. Pero las coincidencias terminan ahí. A diferencia de Afganistán, Chile tiene todos los atributos para ser y seguir siendo una potencia minera de nivel mundial. Ellos incluyen no sólo grandes yacimientos, cercanos al extenso litoral del país, sino también estabilidad política y tradición minera. Por otra parte, la ubicación de la mayoría de las explotaciones mayores en el norte árido del país, facilita su manejo ambiental. A ello debe agregarse que, a diferencia de otros países andinos, tampoco existen en Chile dificultades mayores con las comunidades indígenas próximas a algunas explotaciones.
Finalmente, también existe consenso nacional respecto a conservar una minería mixta, en parte estatal, en parte privada, aunque hay diferencias respecto a la contribución tributaria de la segunda. En todo caso se trata de un tema de sentido común, que debería ser discutido con calma, mirando con perspectiva el panorama mundial y evitando posiciones extremas. Las empresas mineras conocen su oficio y su negocio y seguramente estarán dispuestas a negociar y respetarán a un país que sabe lo que puede ofrecer y lo que debería esperar a cambio de ello.