Ningún
tema involucra tantos aspectos, complejidades e incertidumbres como el
ambiental, frente al cual la gama de apreciaciones va desde situarlo como el
más alto valor hasta considerarlo como un simple estorbo para las necesidades
del desarrollo económico. Sin embargo, el Estado ha asumido el compromiso de
compatibilizar desarrollo con calidad ambiental y se ha dotado de instrumentos
como la Evaluación de Impacto Ambiental para estudiar el probable efecto de
nuevos proyectos. Su aplicación no es tarea fácil y a las incertidumbres
científicas respecto a los resultados de la interacción de los componentes
ambientales y las acciones humanas se agrega un importante factor de
subjetividad en la identificación y valoración de los impactos. Ello, sin
contar los intereses económicos y
políticos en juego, que pueden distorsionar en alto grado los resultados
del estudio. Dos casos importantes ilustran las debilidades de nuestro sistema:
Los de los proyectos Pascua-Lama y Dominga.
El
primero de ellos, de carácter binacional, consideró la explotación a cielo
abierto de oro y plata en un macizo rocoso ricamente mineralizado , pero profundamente fracturado y alterado, y
con altos contenidos de elementos tóxicos. El yacimiento se encuentra a 4500 m
de altura, en la cabecera del Rio Huasco y presentaba varios cuerpos de hielo,
los que fueron afectados durante los trabajos de preparación de la explotación.
El EIA del proyecto fue aprobado con condiciones, pero enfrentó una serie de
problemas producto de su difícil entorno. Actualmente está paralizado, después de haberse descartado también la opción de una
operación subterránea, y llama la atención que el EIA no previera las grandes dificultades
físicas y riesgos que habría involucrado su concreción.
En
el otro caso, el del proyecto Dominga de explotación de minerales de hierro y
cobre en el área de La Higuera, los estudios sectoriales no establecieron
mayores impactos, salvo las objeciones de CONAF, y su rechazo obedeció más bien
a argumentos de ordenación territorial. Puesto que el instrumento utilizado fue
la EIA y ella no entregó resultados globales que fundamentaran dicho rechazo,
los afectados presentaron y ganaron su reclamación ante el Tribunal Ambiental
respectivo.
Nuestro
sistema de EIA presenta naturales limitaciones, que en parte se explican por la
tendencia a privilegiar las formas sobre el fondo así como a prestar una
atención preferente a los conflicto sectoriales por sobre el conocimiento y
comprensión de los factores naturales y sus interacciones. Esto último merece
especial cuidado, dada la naturaleza sectorial que impregna los estudios. En
todo caso constituye nuestro instrumento principal y no debe ser desvirtuado
por mucho que no compartamos sus conclusiones.