jueves, 31 de agosto de 2017

Puntos Calientes



La Sociedad industrial moderna extrae y procesa enormes cantidades de substancias minerales y las  modifica y recombina para convertirlas en objetos útiles, con la ayuda del carbón y petróleo, que también proveen parte de la energía eléctrica. Estos procesos, al igual que la producción y uso de los alimentos contaminan la tierra, la atmósfera y las aguas y dan lugar a grandes cantidades de desechos, en parte tóxicos que es necesario disponer en vertederos y depósitos de seguridad. La actual legislación procura limitar los impactos ambientales de estas actividades, en particular aquellas que implican más riesgo para la salud. Sin embargo ello no es del todo posible en particular cuando la cuantía y variedad de los contaminantes facilitan las sinergias negativas entre los contaminantes. Por otra parte, las poblaciones afectadas reciben no solamente el daño físico de la contaminación, sino que también el daño sicológico causado por los olores desagradables, el tráfico constante de desechos, y la sensación de discriminación que implica la carga desigual de daño ambiental que están obligados a aceptar. La situación es especialmente grave para los niños y las personas con salud precaria o edad avanzada. Al respecto el caso de las intoxicaciones por gases de la fundición Ventanas que afectaron a los niños de la escuela La Greda de Puchuncaví, y que obligaron a su desplazamiento, es ilustrativa.
En el centro de Chile existen dos “puntos calientes” de contaminación que han alcanzado especial gravedad, el del Parque Industrial Ventanas, Comuna de Puchuncaví y el de la Comuna de Til Til. El primero fue fundado en 1961, con eje central en la Fundición Ventanas, a la cual se fueron agregando, sin planificación previa, otras  14 industrias, incluidas 4 termoeléctricas. La comuna de Til Til fue seleccionada  en la década de los 1990´s para recibir los residuos de la Región Metropolitana, aprovechando la calidad física de sus suelos. A partir de entonces llegaron a instalarse 2 rellenos sanitarios, 6 tranques de relaves mineros, una planta de residuos sólidos de aguas servidas tratadas,  y un criadero de cerdos, a lo que se añade la planta de tratamiento y disposición de residuos tóxicos recién aprobada por el Comité de Ministros.
Desde luego es difícil o imposible prescindir de las actividades y servicios que prestan ambos “puntos calientes”, pero es irrisorio pretender que el hecho de que cumplan con la legislación sea suficiente para quienes deben soportar esa carga. Más razonable sería tratar estas situaciones como se enfrentaría una gran explotación minera o la construcción de un extenso embalse, ofreciendo a la población afectada condiciones atractivas para su reubicación, en particular a las que cuentan con niños o con personas vulnerables. También sería justo contar con un cuidadoso monitoreo de la salud de quienes laboran en estos “puntos calientes” y así como verificar que sus actividades no afecten a las áreas vecinas, en particular a través de la contaminación de las aguas subterráneas.

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