viernes, 28 de julio de 2017

Enfrentando los cambios


Los efectos extremos del clima, unidos a los problemas demográficos y a los trastornos sociales y políticos, anuncian tiempos difíciles. De hecho, cada vez se espera menos de un posible freno al cambio climático y la atención de los países desarrollados está enfocada en la adaptación a sus efectos más dañinos, como los dispositivos  de defensa instalados por Ingalterra en el estuario del Támesis. A ello se agregan noticias inquietantes, como el enorme desprendimiento que afectó recientemente a la plataforma flotante de hielo de la Antártica, y la constatación de las lecturas erróneas del nivel del mar por el satélite Snafu,  que ocultaron durante décadas el acelerado ritmo de su ascenso (Sci. Amer., Julio, 2017).                                                                              
En Chile, los últimos años han traído una serie de sorpresas desagradables, cada una de las cuales ha sido seguida por la búsqueda de las empresas responsables (las salmoneras, las forestales, las eléctricas, etc.) y por los reproches a los organismos del Estado que las supervisan (CONAF, Superintendencias, etc.) En cambio, se pone escasa atención en las causas raíces de nuestras fallas en cuanto a prevenir y mitigar los daños producidos. Ellas tienen que ver con las dificultades y el poco interés real en ordenar nuestras ciudades y el territorio, que surgen tanto de la resistencia de los pobladores de los sectores más vulnerables, como de los sectores económicos interesados en proyectos inseguros y del costo político que implicaría hacer frente a su presión. Por otra parte, tampoco estamos dispuestos ni en condiciones de invertir en infraestructura sólida (como en redes eléctricas subterráneas) y ni siquiera en la mantención que requiere su misma precariedad. Ello es natural: anuncios de inversiones en mantención no generan  dividendos políticos ni ellas permiten cortar cintas una vez realizadas. Por su parte los ejecutivos de empresas, cada vez más formados y centrados en las finanzas, no desperdician las posibilidades de ahorrar mediante “tercerizaciones” o reducciones del personal no directamente “productivo”. El mismo Gobierno anunció recientemente ahorros importantes en los gastos de operación para mejorar el equilibrio presupuestario, lo que afecta directamente sus actividades en el terreno.
En suma: la situación actual, si bien entrega abundante información y temas de debate a los medios de comunicación (demasiado centrados en la crónica policial), puede ser muy dolorosa para muchos y daña seriamente al País. Si no cambiamos la forma de enfrentar los cambios, nos encontraremos con desastres cuya  naturaleza y magnitud nos pueden sorprender más allá de lo que imaginamos. Cambiar nuestra actitud implica reconocer nuestra limitada realidad y recursos, proceder sin pretender que la culpa recae sólo en los demás y utilizar con prudencia y buen juicio el tiempo y los medios con los que todavía contamos.

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