lunes, 2 de enero de 2012

DOS MALAS NOTICIAS AMBIENTALES DEL 2011

El año 2011 fue marcado por dos noticias principales de connotación ambiental. La primera y qué recibió la mayor atención de los media, fue el desastre de la planta nuclear de Fukushima, donde por efecto indirecto de un tsunami, se dañó el control de temperatura de un reactor y se generó una serie de accidentes que dieron lugar al escape de materiales radioactivos, situación que tardó varios meses en controlarse. El caso cuestionó una vez más la producción de electricidad mediante energía nuclear. Sumado al creciente rechazo de la hidroelectricidad, ello implica en la práctica una creciente dependencia de los combustibles fósiles, puesto que por razones económicas y por un buen tiempo, otras fuentes de energía seguirán siendo sólo “complementarias”. Menos difundida y casi desapercibida, fue la noticia del desahucio del “Protocolo de Kioto” por parte de Canadá a fines del año. Dicho país justificó su decisión en los costos económicos que implicaba ese compromiso, así como en su duda respecto en la efectividad de ese tratado para reducir efectivamente las emisiones de gases invernadero. Aunque Canadá puede tener cierto grado de razón en su escepticismo, su decisión agrava la falta de responsabilidad con la que las naciones del mundo están enfrentando una “muerte anunciada”. Países de tierras bajas como Bangladesh, con sus 170 millones de habitantes, difícilmente podrán enfrentar los niveles del mar esperados para la segunda mitad del presente siglo. Por otra parte, aunque Canadá tiene graves problemas ambientales en sus explotaciones mineras y en las de sus arenas alquitranadas de Alberta, en cierto modo ha sido considerada como un referente en materia ambiental. Por eso su retiro del Protocolo de Kioto debilita aún más esta de por sí frágil iniciativa. Cómo en el caso de otros problemas ambientales, existirá en este caso la típica asimetría entre beneficios y costos. Los canadienses seguirán disfrutando de inviernos calefaccionados y de veranos climatizados. Los costos se verán en los países costeros bajos y superpoblados, carentes de superficies “de reserva”. Los beneficios se cosecharán hoy. Los costos vendrán de aquí a algunas décadas más, y nadie necesitará responder por ellos.

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