En el marco del reciente encuentro sobre sustentabilidad en
la industria minera(La Serena, 7 de Agosto), organizado por la Seremi de
Minería de Coquimbo, su titular, Jocelyn Lizana, planteó la discusión sobre la
naturaleza valórica y la visión en términos de “estado” de dicho concepto. La
comprensión de la sustentabilidad como valor surge naturalmente, puesto que
implica deberes morales, tanto respecto a la posibilidad de desarrollo de otros
sectores productivos con los cuales coexiste la minería, como con relación a la
comunidad en la que se inserta y a las futuras generaciones que recibirán las
consecuencias de sus aciertos y de de sus errores.
En cambio, la visión de la sustentabilidad como estado
presenta mayor complejidad y por lo tanto su análisis reviste especial interés
.Éste puede ser enfocado en términos de las ciencias físicas y de la biología.
En términos físicos, es comparable a un proceso reversible, que evoluciona en
equilibrio entre dos estados, como en el caso de la compresión o la expansión
isotérmica de un gas. Tal proceso necesariamente debe ser ejecutado a una tasa
moderada, de manera que el sistema pueda entregar o recibir calor del medio
externo según sea el caso, de manera de conservar su temperatura. En términos
químicos, equivale a una reacción controlada por la tasa de adición de los
reactivos, como la que ocurre en reactor de flujo continuo o en el motor de un
automóvil, en oposición al incendio accidental de un depósito de combustibles.
Al respecto, los organismos vivos, cuya composición química es inestable
respecto a nuestra atmósfera oxigenada, disponen de mecanismos para utilizar
ese gas controladamente, sin ser destruidos por su actividad. Finalmente, el
análisis de la sustentabilidad como estado desde el punto de vista biológico,
entrega también interesantes perspectivas. Tanto los individuos de una especie,
como la permanencia de una especie en un territorio determinado, son
inherentemente transitorios. El individuo vive mientras su organismo le permita
utilizar la energía externa para mantener su equilibrio interno y con el medio.
La especie permanece en un territorio en tanto se adapte a las condiciones del
clima y la competencia biológica, que pueden cambiar a la escala de los cientos
o los miles de años (o menos, si interviene el ser humano u otros eventos
catastróficos). En suma, la sustentabilidad como estado, tanto en términos
físicos como biológicos, es materia de equilibrio y de tasa de desarrollo de los
procesos. Llevada a una empresa minera sustentable ideal, ella extraería
minerales, pero los repondría a través de la exploración. No generaría
efluentes contaminantes o los trataría antes de entregarlos al medio, y sus
desechos se dispondrían configurando un futuro paisaje estable, tanto en
términos físicos como químicos. Sus consumos de agua y energía se minimizarían
a través de del re-uso, el reciclaje, la cogeneración y el uso parcial de
energías renovables. No generaría conflictos sociales y, por el contrario,
contribuiría a preparar el medio social intervenido para el momento en que deba
cesar su actividad. Igualmente, tendría capacidad para adaptarse a los cambios
físicos, económicos y sociales del entorno, que no dependan de sus propias
acciones.
La situación opuesta a las condiciones descritas de la
sustentabilidad, sea como valor o como estado, se dan cuando oportunidades
económicas excepcionales y la ausencia de marcos regulatorios (o de su
aplicación) dan lugar a una actividad frenética y descuidada, como aquella de
las “fiebres del oro”. Ello ocurrió en los años 1970`s con la explotación de
los depósitos porfíricos auríferos de las montañas selváticas lluviosas del
Pacífico occidental (Papúa-Nueva Guinea, Filipinas, Indonesia) y llegó a
generar una revolución en la isla de Bougainville, producto de los intensos y
extensos daños ambientales. Ello no debería ser ignorado en esta etapa en la
que nuestro país considera gigantescas inversiones mineras, a desarrollar en
cortos intervalos de tiempo y bajo condiciones de escasez de recursos hídricos
y energéticos. Al respecto, la prisa excesiva se puede convertir en el peor
obstáculo para la sustentabilidad, pese a la importancia que todos le reconocen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario