Aunque las evaluaciones de impacto ambiental consideran
principalmente los efectos de las operaciones normales de los proyectos, los
mayores impactos son consecuencia de posteriores operaciones defectuosas (caso
Freirina), y los más graves, de situaciones
de emergencia causadas ya sea por fallas humanas (Chernobyl) o por eventos
naturales (Fukushima). Al respecto, este último caso muestra claramente como un
tsunami puede desencadenar una catástrofe ambiental de enorme magnitud. Sin
embargo, pese a los reconocidos riesgos geológicos que enfrenta nuestro país,
su consideración parece ser relativamente menor frente a otros factores
ambientales, como los de carácter biológico o arqueológico. Ello puede explicar
en parte el curioso caso del proyecto de la central hidroeléctrica de Río
Cuervo (640 MW), situada sólo 15 km al norte del Fiordo Aysén y comunicada con éste por el río del mismo nombre. Aprobado el
proyecto por la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región el 7 de mayo
pasado, tan sólo dos días después fue considerado ilegal por la Corte Suprema.
La causa de tal decisión fue un estudio geológico demandado por Sernageomin, el
cual debía realizarse antes de la construcción del proyecto, pero que no fue
considerado como condición previa para su aprobación ambiental.
Hasta ahí la situación no parece revestir mayor gravedad,
pero la apreciación cambia cuando se consideran las especiales características
del sitio, situado en una rama NE de la
gran falla Liquiñe-Ofqui, que se extiende por casi mil km entre la latitud de
Valdivia y la Península de Taitao, y que controla la distribución de los
volcanes activos, como el Chaitén y el Hudson. Precisamente en la misma zona
del Fiordo Aysén se había propuesto años atrás el proyecto Alumysa, de
refinación de aluminio, el que incluía tres centrales hidroeléctricas como
fuente energética. Presentado en 2001, ese proyecto fue retirado por el
proponente en el 2003, al encontrar oposición de la industria salmonera y
turística regional. Sólo cuatro años después, el Fiordo de Aysén fue afectado
por un “enjambre sísmico” que culminó con un tsunami (11/04/2007), causado por desprendimiento
de rocas de los cerros que lo flanquean, el que costó vidas humanas y fue
motivo de alarma pública. Ese evento confirmó el carácter activo del segmento
de la falla que afecta al Fiordo Aysén, así como su vulnerabilidad frente a
eventos de remoción en masa como los responsables del tsunami local originado.
En consecuencia es difícil imaginar que un estudio geológico del lugar pueda
entregar un resultado favorable respecto al emplazamiento del embalse.
Si consideramos el comprensible sentimiento que producen las
pérdidas de vidas como consecuencia de eventos naturales, y las consecuencias
políticas y procesales esperables en la actualidad, llama la atención que los
riesgos geológicos no merezcan una preocupación mayor. Tal vez ello se explica
porque pese a nuestra determinante condición geológica no hemos logrado
desarrollar una auténtica cultura nacional en ese campo científico. Es una
tarea pendiente importante, al igual que lo es el logro de una visión más
amplia de lo que entendemos por impactos ambientales y su evaluación real y
efectiva.
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