Por Jorge Oyarzún M. (Geol. Dr. Sc.)
Prof.
Geología Económica e Ing. Geoambiental, U.L.S.
El desarrollo de grandes espacios económicos en Asia, junto
con el crecimiento de la población mundial, han potenciado la demanda, y por lo
tanto el precio de los recursos o commodities. Esto ha generado una oportunidad
económica importante para los países productores, alterando la situación de
intercambio desfavorable que los afectaba. En este momento las industrias
vinculadas a las nuevas tecnologías electrónicas,
del campo de la ciencia de los materiales, de la química, etc., demandan la
casi la totalidad de los elementos de la
Tabla Periódica. En consecuencia se necesita un creciente volumen de una gran
diversidad de elementos químicos,
tradicionales, (como hierro y cobre), y no tradicionales, como los de
las tierras raras o lantánidos. En el caso de estas últimas, que incluyen 14
elementos, desde el cerio al lutecio, el alto crecimiento de la demanda ha
llevado a su principal productor, China, a limitar su exportación, con la
natural preocupación de los grandes países consumidores. En consecuencia, es
previsible una creciente demanda, escasez y precios de aquellos elementos más
requeridos.
El litio, elemento
presente en adecuadas concentraciones en las salmueras del Salar de Atacama (Antofagasta),
es especial por sus características físicas y químicas. Perteneciente al grupo
de los elementos alcalinos, se trata del metal de menor número (3) y peso atómico,
y su densidad (535g/dm3) es la mitad de la del agua. Se prevé que su
demanda se incremente mucho en el futuro por su utilización en pilas de alto
rendimiento, baterías para automóviles híbridos y eléctricos y otras aplicaciones.
Con ello debería subir su precio, a menos que se genere una sobreoferta del
metal, cuya producción actual llega a unos 14 millones de toneladas, de los
cuales Chile (principal productor) aporta alrededor de un tercio.
En consecuencia, un elemento central de la actual discusión
en torno a las nuevas concesiones de explotación debería ser el estudio de cómo
afectará los precios futuros de este elemento un aumento significativo de la producción,
cuya magnitud no podrá ser controlada por el Estado. El argumento de que
conviene aumentar su ritmo de extracción para evitar una situación similar a la
que afectó al salitre después de la Primera Guerra Mundial carece de toda
validez. Ello, porque el nitrato
sintético se elabora con nitrógeno de la atmósfera, constituida en un 78% por
ese elemento. En cambio, el litio es un elemento de notables y únicas
propiedades, que necesariamente debe valorizarse progresivamente en el futuro.
Al respecto, el caso de las tierras raras nos ofrece una valiosa lección sobre
cómo enfocar el tema de la explotación del litio.
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