Jorge Oyarzun M. (Geol. Dr.Sc.)
Milton Friedman fue un economista
notable desde varios puntos de vista. Desde luego por la radicalidad de sus
planteamientos, basados en la libertad de elección económica y en el muy
reducido papel que asigna al Estado. Por ejemplo, pese a ser considerado un
economista de “derecha”, Friedman estuvo a favor de la liberalización del
consumo de drogas, entendiendo que cada
persona tenía el derecho a elegir consumirlas o no, haciéndose responsable de
las consecuencias de sus actos. En materia
de educación universitaria, también abogó por un sistema libre, no
regulado, donde cada uno invirtiera en la educación que quisiera. Si ella
resultaba mala, la sociedad simplemente podía prescindir del profesional
incompetente y en consecuencia eso no competía al Estado. Tampoco aceptaba
ninguna regulación respecto al número de profesionales formados respecto a su
demanda social efectiva, igualmente dejado a la oferta y la demanda.
Friedman alcanzó también mucha
notoriedad por el impacto que tuvieron sus ideas en gobernantes como Ronald
Reagan y Margaret Thatcher, así como en los economistas chilenos de la “Escuela
de Chicago”, universidad de la cual fue un Profesor de gran influencia. En el
caso de la educación universitaria chilena, ellas se aplicaron parcialmente a
través de la apertura de numerosas
universidades privadas, que dispusieron de
libertad para su expansión y oferta académica. Aunque inicialmente ellas
se financiaron de manera independiente del Estado, fueron paulatinamente
accediendo a fondos públicos a través de mecanismos indirectos.
En el curso del funcionamiento de este
esquema mixto estatal-particular han ido surgiendo diversos tipos de problemas,
los que pueden profundizarse con el sistema
propuesto para dar gratuidad a la educación universitaria, condicionado
sólo a la acreditación de la universidad y al cobro de un arancel prescrito por
el gobierno. Por ejemplo, pocos años atrás la prensa informó sobre los altos
sueldos de los ingenieros de minas y geólogos, incentivando la demanda
estudiantil por esas carreras. Ello dio lugar a una apertura masiva de ambas carreras
en universidades particulares y tradicionales, con ingresos de cientos de alumnos a primer
año en algunas de ellas. Puesto que la minería y la exploración minera pasan
por ciclos de auge y depresión, el egreso de esos nuevos profesionales coincidirá seguramente con una gran
sobreoferta, estimada para los ingenieros de minas en unos 700 profesionales.
Hasta aquí, no habría problema conforme al esquema de Friedman: Los alumnos
tomaron la decisión y allá ellos. El problema es que esos errores de
apreciación serán financiados por el Estado, que ya tiene dificultades para enfrentar
otras necesidades en educación, además de salud y otras materias.
De ahí surge la interrogante de por qué
no se opta por un sistema de becas, que colocaría más control en el propio
Estado el que podría efectivamente incentivar los sectores deficitarios, por
ejemplo profesores de educación media formados en universidades y carreras
acreditadas. Por otra parte las becas permitirían también orientar el apoyo a
quienes más lo necesitan, en un país que como Chile presenta aun notables
carencias en muchos sectores.
Cuando Friedman postulaba la libertad en
materia del consumo de drogas, olvidaba el costo que muchos de esos
consumidores terminarían implicando para el Estado. En materia educacional
también dejaba de lado el costo que supone para la sociedad el ejercicio de
médicos, ingenieros o profesores mal preparados. Nuestro sistema universitario contiene,
aunque diluidos, elementos conceptuales de las ideas de Friedman. Mezclados con
un financiamiento estatal escasamente controlado (qué no estaba en su filosofía económica), pueden parecer
atractivas a algunos sectores sociales, pero tienen el potencial de llegar a
ser una fuente de enorme despilfarro de recursos, pese a las buenas intenciones
que hayan motivado la iniciativa.